El número de ciclos que podrá soportar la baterías solares conservando una capacidad residual por encima del 80% de la capacidad “nominal” será lo que llamaremos “vida útil de una batería”. Si una batería ofrece mayor número de ciclos, su vida útil será más larga. No obstante, y como se ha hecho referencia anteriormente, se debe considerar los factores como la capacidad de producción de los propios paneles o contar con conexión a la red eléctrica convencional a la hora de conocer la verdadera vida útil real de la batería.
Se deberá pensar, en primer lugar, en el uso que se va a dar a la batería para, así, comprar una de menor o mayor número de ciclos sin gastar más recursos económicos de los necesarios. Como ejemplo, sería adecuado adquirir una batería de 3000 ciclos para una vivienda habitual donde dicha batería se descarga a diario. Sin embargo, no se debería de adquirir dicha batería si la vamos a colocar en una instalación de una vivienda de fin de semana donde solo se descargará seis u ocho veces al mes. Tendría sentido, en ese caso, una batería de menos ciclos (de menor desembolso económico) que, además, al usarla en menor medida, tendrá una vida útil más larga.
Factores que afectan a la vida útil de una baterías
Hay más factores que el simple número de descargas diaria de la batería solar para establecer la vida útil de una batería. Algunos ejemplos son: la resistencia que ofrezca el dispositivo a los cambios meteorológicos y de temperatura, su mantenimiento o el porcentaje que se descargue cada vez (dado que tendrá mayor durabilidad a menor descarga). Es recomendable, por lo tanto, tener en cuenta la garantía del fabricante dado que cualquier batería perderá capacidad y efectividad con el paso del tiempo.
Las baterías de plomo ácido abierto son los que normalmente están asociados a mayores contratiempos en los sistemas de almacenamiento de baterías. Suelen ser problemas relacionados con el entorno o con la falta de actividad de la propia batería.
Un resumen adecuado de las posibles incidencias es el siguiente:
- Cambios bruscos de temperatura. No se recomienda exceder la horquilla de 20-25 grados (especialmente si se supera la temperatura de 30 o 35 grados). Esto es, porque las batería por su diseño producirán un aumento de eficiencia total de la batería y, en consecuencia, se reducirá su vida útil. En contraposición, si se mantiene el dispositivo a temperaturas inferiores a la de la horquilla de 20-25 grados, los problemas serán diferentes. De hecho, el aumento a la resistencia interna del dispositivo se dará por esta temperatura más fría, y, con ello, se reducirá el voltaje de salida. Como se ha explicado con anterioridad, las baterias de litio responden de mejor manera a los cambios de temperatura que las de plomo-ácido. No obstante, es común que estos problemas sucedan a cualquier tipo de batería a pesar de la forma de su fabricación.
- Estratificación del electrolito. Si la batería pasa por largos periodos de carga parcial o de inactividad se puede generar un desequilibrio en la distribución de su electrolito al ser una batería de plomo-ácido. El ácido sulfúrico de la disolución, al tener mayor densidad que el agua, suele tender a depositarse en la base de la batería ante la inactividad de esta. Consecuentemente, la batería presentará mayor de concentración de ácido en las zonas inferiores que en las superiores. Esto es, porque las zonas altas de la batería tienen menor capacidad al tener menor concentración de electrolito.
- Corrosión. La corrosión puede ser interna o externa. Si sucede de forma externa, afectará en mayor medida a las partes metálicas de la batería, impidiendo una adecuada distribución de la corriente entre todos los vasos de esta. Si la corrosión se da de forma interna, se generarán impurezas en el dispositivo afatando a las rejillas de la batería.
- Gaseo excesivo. La batería se carga en un proceso duradero de cuatro fases. La fase de ecualización es la última de estas cuatro fases. En ella, se aplica un voltaje alto de carga en el dispositivo para provocar un gaseo (un cierto burbujeo) en el ácido de la batería. Con ello se consigue que no haya partes del dispositivo con más densidad de ácido que otras, dado que se homogeneiza lo más eficazmente y eficientemente la mezcla, para, así, que no se sufran las incidencias anteriormente explicadas. Se debe atender a que no se dé un burbujeo excesivo dado que podría conllevar a una corrosión de la placa positiva de la batería, así como a pérdidas de electrolito, lo que podría llevar a un nivel poder debajo al de las pacas del dispositivo. En consecuencia, no se daría un contacto entre ellas y no sucedería la reacción del material activo, perdiéndose capacidad en la batería.
- Sulfatación. Las baterías solares pueden sufrir este problema que numerosas veces hemos observado en otros depósitos en forma de cristales azules-verdosos que se forman en baterías de todo tipo. Este proceso se denomina sulfatación y consiste en la formación de unos cristales de sulfato de plomo de gran tamaño y son inactivos e insolubles, haciendo que el dispositivo pierda capacidad reactiva. Esto puede acontecer por una serie de causas: uso prolongado del dispositivo en carga parcial, aumento de temperatura, un bajo nivel de electrolito o la simple inactividad de la batería.
- Acumulación de materia activa. Puede suceder que fragmentos de materia activa de las placas lleguen a desprenderse y crear depósitos de dicha materia en el fondo del vaso del dispositivo por el uso prolongado de la batería a baja carga o en ciclos de descarga muy profundos. Ello conllevará a pérdida de capacidad o problemas mucho más serios como un cortocircuito que acabe con la batería.
Conclusiones
Tras la lectura de este último apartado podemos extraer las siguientes conclusiones. Primeramente, que es del todo importante tener nociones para el mantenimiento del dispositivo (en mayor medida si cabe, si la batería es de plomo). En segundo lugar, que es realmente conveniente invertir nuestros recursos económicos en componentes de buena calidad y baterías robustas.